Entradas populares

jueves, 10 de marzo de 2011

En el corazón de todos los inviernos vive una primavera palpitante, y detrás de cada noche, viene una aurora sonriente.

     Esta frase que encabeza la entrada pertenece al ensayista, filósofo y escritor Gibrán Khalil Gibrán, de origen libanés, que emigró a los Estados Unidos allá en 1895, donde desarrollaría su posterior carrera. Su obra más destacada es "El profeta", un libro que descubrí allá por mil novecientos setenta y muchos u ochenta y poco y que me impactó muchísimo, debía tener yo unos catorce, quince o dieciséis años. Aún hoy, para quien le guste lo místico, lo espiritual, es un libro que merece la pena leer y tener cerca. Además de esta obra pude leer otras del mismo autor como "el loco", "el maestro", "la voz del maestro", "el  vagabundo"....

      Dentro de poco acabará el invierno y tendremos una primavera palpitante, una primavera que para mí será la más hermosa de mi vida y digo bien: de mi vida. Hoy me he levantado con la resaca de ayer después de haber bebido la mejor de las ambrosías, puede que mañana la realidad me despierte de nuevo y me lleve a la cruel realidad, pero lo que he sentido y siento en estos útimos tres días no me lo va a quitar nadie. ¡Ah!, mi aurora sonriente, que apareces después de tan oscura noche e iluminas con tus rayos mi pálida tez. Noto tu calor en mi cuerpo y tu luz en mi alma. Me siento como un soldado en su trinchera, sudoroso, cansado, pero satisfecho después de ganar la batalla.

      El que esto os escribe no se ha vuelto loco, no, pero sí está loco de alegría, de placer, de vida.... Y creo que de justicia es compartir con vosotros esta locura que a mi me hace levitar, que mi corazón vaya a mil. Imaginaros por un momento en una habitación a oscuras mientras suena en tus oidos el "Adagio" de Albinoni. De repende se abre una ventana, entra una luz cegadora que apenas te permite ver y una mano que se tiende hacia tí invitándote a salir. Aún cegado por la luz te agarras a esa mano, mientras avanzas  cauteloso y circunspecto sonando "Peer Gynt. Suite num. 1" de Grieg.  Sales y puedes contemplar una campiña verde, moteada con los mil colores de las pequeñas flores que lo adornan, margaritas, amapolas..., la primavera, por fín, ha llegado. Cambia la música y comienza a sonar el "minueto op. 13/5" de Boccherini, mientras paseas y disfrutas del paisaje. Te giras,  te percatas que quien te tiende la mano es la persona a la que amas y en tu estado de euforia la invitas a bailar, como no podría ser de otro modo, ese famoso vals de "El Danubio Azul" de Strauss. Giras, giras, giras... tus pies no tocan el suelo, tu corazón palpita desbocado. Caes al suelo agotado, pero feliz. Extiendes tus brazos y con una sonrisa de oreja a oreja, disfrutas de las sensaciones: el calor del sol, el olor de la hierba y las flores.... y sólo piensas y deseas que ese sea el primer día de lo que te resta de vida.

      No, no me he vuelto loco, repito. Sólo intento ilustraros de un modo gráfico como me sentía ayer después de la visita a mi oncólogo. Pero justo es que os cuente la secuencia entera para que lo entendáis aún mejor. Ahí va la historia, sin más.

      En mi visita de revisión rutinaria con los dos otorrinos que me llevan ahora aquí en El Puerto de Santa María, a la que me dirigía un poco amedrentado pues me notaba la garganta un poco rara, como cuando comenzó la tercera recidiva, me hacen el reconocimiento y para nuestra sorpresa (me acompañaban mi pareja y mi hijo mayor Borja) y la de los dos médicos, me informan que la parte correspondiente al colgajo (injerto) que se encontraba necrótica se ha revitalizado desapareciendo el tejido muerto. Además, añaden, parece que la parte tumorada ha sufrido un retroceso, dismimuyendo de tamaño, lo que se observa a simple vista, pero que hasta hacerme una prueba complementaria no podemos saber como está realmente.

      La semana pasada procedo, conforme a lo que me dijo mi oncólogo y lo recomendado por los dos otorrinos, a hacerme una tomografía axial computarizada (tac) con contraste. Es una prueba no invasiva que a través de unos haces de rayos X forman una imagen dimensional de la parte explorada, para visionar mejor algún tipo de lesiones como las adenopatías, cáncer, etc, se suele usar lo que se llama contrastre, en mi caso un líquido que contiene entre otras cosas yodo, suministrado vía intravenosa. Más o menos, no pretendo hacer una exposición técnica sino comprensible. Los resultados debía recogerlos esta semana.

      El martes, aprovechando que tenía que hacerme la analítica normal de final de ciclo para asistir el miércoles a la consulta del oncólogo, fui a recoger el resultado del TAC. Me encontraba tan nervioso que no fui capaz de abrir el sobre para leer el informe de la radióloga. Sentía miedo. Esto fue por la tarde, que por cierto no veáis la lluvia que nos cayó en Jerez. Cuando llegamos a casa, seguía sin valor para abrir el sobre. Cuando mi pareja me lo pasó para leerlo estuve a punto de decirle que no, pero me pudo también la curiosidad y me dije: "bueno, lo que tenga que pasar pasará". Abrí el sobre y comencé a leer. Cuando terminé no pude más que hacer un gesto con mi brazo derecho como cuando un deportista llega primero a la meta, o mete la canasta de su vida, o cuela un gol.... Le pasé el informe a mi pareja y no pude parar de llorar. Llorar, llorar y llorar. Llorar por la inmensa alegría que me embargó al llegar a las conclusiones. No se detecta ninguna adenopatía de interés, lo que traducido al cristiano quiere decir que el cáncer ha disminuido.

      Sólo me faltaba la visita al oncólogo para que confirmara lo visto por los otorrinos a simple vista y lo detectado por el TAC. Y efectivamente me confirmó ambos extremos, indicando que si había alguna célula cancerígena todavía viva no era detectable por medios técnicos. Pero no dejó de hacer notar su asombro con mi evolución. Otro que volvió a decirme que lo mío no es normal. De todas formas continuaremos nuestro tratamiento y por ello he comenzado hoy mi cuarto ciclo de los seis que, en principio, teníamos previsto.

      Esto se produce en muy pocos pacientes, lo normal es que el tumor se estanque y no vuelva a crecer, pero que desaparezca no es habitual. Este hecho roza lo milagroso, científica y espiritualmente hablando. Por ello, debéis entender mi sensación de júbilo, alborozo, algazara, animación, entusiasmo, felicidad, regocijo, diversión, esparcimiento, entretenimiento, gozo, regodeo, satisfacción y risa, que intentaba ilustraros en párrafos anteriores.

      No quiero terminar sin mandar un mensaje de esperanza a todas las personas que atraviesan por mi situación u otras parecidas, incluso peor, para que hagan acopio de todas sus fuerzas y sigan para adelante. Yo seguiré en mis trincheras luchando, pues sólo he ganado esta batalla y aún me queda una guerra por terminar. Pero aún así me puedo permitir el lujo de escuchar "El Mesías" de Haendel.

      "Es necesario esperar, aunque la esperanza haya de verse siempre frustada, pues la esperanza misma constituye una dicha, y sus fracasos, por frecuentes que sean, son menos horribles que su extinción".

      "Si ayudo a una sola persona a tener esperanza, no habré vivido en vano". 

      Hasta la próxima y un abrazo a todos y todas.       
      

3 comentarios:

  1. Bueno, poco a poco se van dando pasos de gigantes, felicidades.

    ResponderEliminar
  2. Estoy flipando, Jose! Qué alegría! Será por cabezón, je je! Adelante, que éste es el camino!
    :-)

    ResponderEliminar
  3. Animo valiente, con dos wevos, es hora que ganes la guerra. Força.

    ResponderEliminar