Entradas populares

jueves, 17 de febrero de 2011

La cuestión psicológica. Parte I.

      Una de las primeras y últimas cosas que te recomiendan cuando padeces esta enfermedad es que no bajes la guardia, que tengas mucho ánimo.
      Imaginaros como te enfrentas de repente, sin venir a cuento y a traición, con nocturnidad y alevosía, a un cambio tan brusco en tu vida normal, sobre todo cuando sólo nombrar la palabra cáncer todo el mundo da un paso hacia atrás. Es un tema que nunca ha ido contigo, siempre le ha sucedido a los demás, ¿por qué me ha tocado a mí? ¿qué castigo debo estar purgando para pasar por esto? Son frases que te suelen venir a la mente.
      Y eso sólo es el principio....
      "Bien, ya hemos terminado con la primera parte, ya le hemos extirpado todo lo que tenía", te dicen la primera vez. Ahora comienza el calvario de la radioterapia y la quimio. En mi caso, sólo radioterapia. Y pasas el primer calvario. Te queman toda la boca y el cuello. No puedes ni tragar y el cuello se convierte en el cuello de la Masa, hinchado y duro como una piedra. Todo sea por acabar con esto. Y cuando terminas la última de las treinta y dos sesiones que te das a cien kilómetros de tu casa, levantándote todos los días, de lunes a viernes, a las seis de la mañana, para estar allí a las ocho y media para una sesión que dura no más allá de diez minutos de tiempo total y menos de cinco minutos de tiempo real, sales con una sonrisa en los labios, no muy extendida, porque te duelen, pero satisfecho de haber terminado.
      Un mes después te sale un bulto en el lado contrario y después de pasar por varias pruebas, entre ellas una punción, al final tiras para Madrid y tal como llego me meten en quirófano, no más pruebas, abrir y ver. Cuando salgo todo va bien, ya pensando en el alta, mi mujer y mi hijo animándome, y yo preguntando cuando nos vamos. "Espera que la herida es poco, pero reciente". Eso sucede un lunes y el miércoles se presentan mis médicos, el doctor Moreno y la Doctora Beato. Probablemente una patada en la entrepierna o un martillazo en la cabeza no me habrían dejado tan sonado como cuando me dicen que me tienen que volver a operar ese mismo día porque la cosa está muy jodida, abrieron y tuvieron que cerrar porque la operación iba a ser muy complicada. "Tienes una recidiva", osea un nuevo tumor en el lado contrario y no sabemos hasta donde llega, pero prepárate para asumir que vas a perder probablemente gran parte del mentón, tal vez lengua y suelo de la misma, una intervención de órdago. Me quería morir, comencé a llorar como un niño y me mandaron al psiquiatra. A todo esto mi mujer y mi hijo mayor lo sabían y se habían callado a petición del médico. Aguantaron lo indecible e incluso tuvieron la entereza de bromear conmigo, darme ánimos y demás, sabiéndolo. 
     Si hubiera sabido lo que vendría meses después, ni me hubiera inmutado, una etapa más. Cuando desperté de la anestesia, no quería ni moverme, pero me mosqueó el hecho de no estar en la uci. Y sucedió, no sé como, pero fui capaz de hablar, "tengo frío". Al principio me asusté, pero luego me di cuenta que la cosa no había sido tan grave, otra "alegría pa mi cuerpo".
      Después de salir de esta intervención a casa en una semana y todo bien. Ningún ganglio tocado, fenómeno. Me recomiendan darme quimioterapia por si acaso y venga, vámonos, que el oncólogo está esperando allí en Cádiz.
      Comienzo los ciclos de quimio con CISPLATINO y 5-FLUORUORACILO, para los neófitos os recomiendo no busquéis en la red que es esto, asusta, pero os diré que, ¡oh paradojas de la vida!, es veneno para combatir al bicho.
      En la primera sesión el oncólogo, viendo mi peso y mi estatura, me endiña la dosis máxima. Resultado: quemaduras y llagas en la boca, hongos del tipo cándida. Dolor, mucho dolor, no podía ni beber ni comer. Para ello, después de buscarlo en la red porque mi oncólogo no fue capaz de darme una solución, tenía que hacer gárgaras con una solución de lidocaína al dos por ciento y suero fisiológico para dormirla y poder deglutir. Un auténtico calvario.
      Cuando comenzó todo pesaba más de 110 kilos, cuando terminé la quimioterapia no llegaba a 75 kilos.
      Termino la quimio en julio y me noto algo raro en la parte posterior de la lengua, donde termina la cicatriz. Mi mujer también ve algo raro. Sin embargo el oncólogo que me pasaba las revisiones nones, ni lo vió. Acudo a un maxilofacial en Jerez y después de marear la perdiz, entre los dos que me vieron, se deciden a hacerme una biopsia. Ya estamos en agosto y me persono en la clinica para que me den los resultados pues estaba más mosqueado que un pavo en Navidad. Me dicen que me vaya a ver a mi cirujano que tengo ahí algo incipiente y tal. Otro mazazo, de nuevo una maldita recidiva.
      Cuando me ve mi médico en Madrid, que por cierto, estaba de vacaciones en Roma y acudió sólo para verme, pesando que sería poco, pues yo le trasladé lo que me dijeron los maxilofaciales que era "algo incipiente", no sabía que hacer ni que decirme. Pero a la postre lo tenía que hacer, me dice que tengo una auténtica patata y que va a ser una operación de órdago. Me nombra por primera vez la palabra colgajo (injerto) y me emplaza para finales de agosto, pero antes me ingresa para quitarme el reservorio (port-a-cath) y ponerme una sonda para alimentación directamente al estómago, una gastrostomía. Perfecto todo y rápido, sólo con una "anécdota" durante la colocación de la sonda sufro un paro respiratorio y me tienen que reanimar. De esto último me entero tiempo después.
      El día programado para la intervención, justo antes de entrar a quirófano me dice que ha decidido quitarme la hemimandíbula inferior derecha, hala sin anestesia ni nada. Le dije que no me dijera nada que informara a mi familia y punto. Un montón de horas después me desperté en la UCI. Allí estaban mi mujer y mi hermano Alfonso (May para los amigos), que siempre ha estado a mi lado en casi todas las operaciones, sólo se perdió una, la segunda porque a su mujer también la intervenían. Me cuenta mi mujer, como anécdota, que mi hermano me canturreó algo y yo moví las caderas a modo de baile, siguiendo el ritmo. Las enfermeras y los médicos me dijeron que estaban alucinados con mi poder de recuperación, así que una vez terminado el período de hospitalización, que fue un poco más largo porque se me abrió un abceso, por el que tuve que volver a pasar por quirófano para limpiarlo, a casa.
      Aunque todo parezca nimio, fue duro, muy duro, afrontar las nuevas circunstancias, pero había que seguir hacia adelante. Contacté con la logopeda para aprender a hablar mejor y rehabilitar la lengua, bueno lo que quedaba de ella. Revisión a Madrid, sin novedad, todo iba de maravillas, incluso estaba empezando a deglutir, yogurt, agua, cosas así, no sin trabajo, pero ahí estábamos
      Pero...., porque siempre hay un pero, la vida te demuestra que cuando crees que ya has llegado a lo peor que puede darte, aún te da más. Una nueva recidiva. De nuevo carcinoma epidermoide galopante, pues en poco menos de quince días se ha extendido por la boca. Nueva operación, más jodida que la anterior si cabe, pues ya es zona muy tocada. Y me dan los resultados.
      Sigo teniendo el cáncer, no han podido estirparlo en su totalidad porque se encuentra pegado al paquete vascular y pondría en peligro mi propia vida. Sólo me queda para seguir viviendo pasar por la quimioterapia paliativa, proceso en el que me encuentro actualmente. Si lo que me den no sirve para nada, que parece que de momento va bien, me intentarán dar algo más fuerte. Pero si después de ello la cosa no va bien, sólo me restará contemplar la venida de la señora de la guadaña con la mejor calidad de vida posible.

      No hay que poseer muchos conocimientos en psiquiatría o psicología para entender por el proceso que mi mente ha tenido que pasar, pero a pesar de ello os puedo decir que MI MORAL ES FUERTE y que sigo pensando dar mucha más guerra. 

      Un saludo y seguiré escribiendo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario