Entradas populares

martes, 15 de febrero de 2011

Quién soy yo o ¿quién soy yo?

     Esta es una pregunta que muchos filósofos, psiquiatras y pensadores han tratado de resolver durante años, pero yo no voy a entrar en dicho debate o análisis.
      Me limitaré a decir que soy sólo un ser humano que desde hace más de un año y medio padece un cáncer del que no logra desprenderse.
      Todo comenzó con una revisión por unas molestias en la boca y una muela desviada que tocaba el nervio trigémino. La cirujana maxilofacial que me revisó me lo dijo claro y sin anestesia: olvídese usted de esa muela, tiene usted un tumor en la lengua.
     La distancia entre la camilla, donde estaba tumbado, y la silla frente a la mesa de la doctora me pareció eterno y sólo había una distancia de dos metros, dos metros y medio.
      Si en aquellos momentos hubiera tenido una pistola a mano me habría dado un tiro. Se me cayó el mundo encima. Sólo tenía 45 años, no era fumador ni bebedor empedernido, todo era cuestión de genética.
      Ese mismo día comencé las pruebas para operarme una semana o diez días mas tarde. Flotaba, más que caminaba, me debatía entre seguir como un autómata o parar y echarme a llorar. Mi desesperación no tenía límites, pero mi cabeza, como me suele suceder en ocasión de situaciones estresantes, se enfrío y resolvió, por si sola, que debía continuar hacia delante.
      Llamé a mi pareja, a más de seiscientos kilómetros de distancia, para decirle lo que había y lo que se avecinaba. Y también llamé a mi amigo Román, que no dudó un instante en acompañarme desde ese día hasta cuando terminaron las pruebas previas a la intervención y nos vinimos juntos para El Puerto de Santa María (Cádiz).
      Desde entonces hasta ahora ya he pasado siete veces por quirófano: cuatro operaciones relacionadas con el carcinoma directamente, dos de ellas muy fuertes, de hecho las dos últimas, y tres para instalación y desinstalación de un port-a-cath y realizarme la instalación de una sonda para alimentación por gastrostomía.
      No puedo comer nada sólido, pues no puedo usar la boca ni para deglutir ni para beber siquiera, no obstante sólo me queda una lengua de 1,5 cms. de ancho, me falta media mandíbula inferior derecha y me falta el suelo de la boca derecho que ha sido sustituido con un injerto (le llaman colgajo) sacado directamente del pectoral mayor derecho. Tengo cicatrices para dar y regalar, y más puntos que el Barça y el Madrid juntos. Tengo movilidad reducida en el cuello por tanta cicatriz, que me provoca problemas cuando estoy mucho tiempo de pié o andando.
      Pero eso es sólo lo físico, lo psíquico ha ido bailando, pero lo explicaré en otra entrada.
      Por ahora creo que esta presentación ya es suficiente, no sin antes decir que sigo luchando y que seguiré luchando y dando quehacer a este bicho que me quiere devorar.
      Hasta la próxima.

2 comentarios:

  1. Amigo. Me he enterado de tu enfermedad por Javier, estas navidades.
    No se que decirte.
    Animarte para seguir luchando es muy fácil. Tú eres el que estás jodido. Me consta, porque me lo han dicho, que la gente que te quiere está a tu lado.
    Los que estamos lejos solo podemos compartir tu dolor. Pero es muy poco para todo el bien que te mereces. Lo que siento es impotencia. De lo injusta que es a veces la vida.
    Eso sí. Sigue luchando. Como siempre lo has hecho. Como cuando nos puteaban en instrucción o en las marchas. Derrotados nunca.
    Admiro tu valor, pero sobre todo la dignidad con la que llevas tu situación.
    Un fuerte abrazo desde Lisboa.

    ResponderEliminar
  2. Sé de buena tinta que está y seguirá luchando.
    Un beso mano (apocope de hermano).

    ResponderEliminar